lunes, 9 de abril de 2012

A las tres y media en el Malvar.

El "Malvar" al lado del "Coliseum" en García Camba.
Foto: Diario de Pontevedra.


Los Domingos, el día más importante de la semana para los que eramos niños entonces, era día de paga y procurabamos acabar muy pronto la comida familiar. Habías quedado con los amigos para ir a la sesión infantil de las tres y media en el Malvar. Hasta la calle García Camba nos acercábamos un poco antes para hacer cola delante de la taquilla y comprar el tan ansiado ticket que nos daba derecho a ver aquellos festivales de dibujos animados de Tom y Jerry o muchas películas en blanco y negro de aquél duo desesperante como eran "El Gordo y el Flaco". Algunos domingos queríamos ser aquellos actores musculosos que veíamos en las películas de romanos como eran Hércules o Maciste. Había un chaval muy conocido en Pontevedra de aquélla al que llamábamos Tito Maciste, nunca supe si el nombre era por el título de la "peli" o porque en realidad se llamaba así, desgraciadamente hace muchos años que le perdí la pista. En las sesiones infantiles del Malvar no podían faltar, como no, las películas de Fumanchú, aquél villano chino que odiaba a la civilización occidental y a la raza blanca y que se las hacía pasar canutas, pero apoteósico era ver como toda la sala se convertía en un festival de silbidos y pataleos en el suelo cuando veíamos que los "buenos" rescataban a la chica de los indios o "cortaban" lo que iba a ser el beso de los protagonistas.
Los que fuimos niños a principios de los setenta seguro que recordamos aquél Teatro Cine Malvar cuando costaba "General" 3 pesetas, "Anfiteatro", 5 pesetas y "Butaca" 7,  y antes de entrar nos llenábamos los bolsillos de pipas, palomitas, palotes, chicles y "besitos" comprados en la de Pirelo en la Oliva o en la de Capri enfrente del cine o en los puestos de caramelos que se ponían entre las dos entradas del Teatro, delante de Electricidad Romero. En ese cine nos aburríamos cuando nos soltaban la propaganda desde el "Nodo" de que iba todo bien, nos alegrábamos cuando nos ofrecían los estrenos que estaban por llegar  pero sobre todo nos alborotábamos cuando toda la sala se volvía oscura, se encendían las luces rojas que rodeaban la pantalla y se abrían las cortinas indicando que la película iba a comenzar. Todo un espectáculo.


Foto de arriba, el Teatro Cine Malvar el día de su cierre, sobre estas líneas, una imagen muy triste para los que tenemos muchos recuerdos en esa sala, la del derribo.

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